sábado, 24 de enero de 2009

CAMINOS DIFERENTES

Estoy en la biblioteca de la universidad, las horas se ralentizan…parece que el reloj ha cogido unos kilos de más y le cuesta avanzar! Me levanto con cualquier excusa, esta vez creo que voy a por hojas de borrador aunque luego se me olvida, sólo quería perder de vista los apuntes. Mientras paseo de camino a mi excusa, me encuentro a una ex amiga. No me gusta usar la palabra “ex”, suena despectiva y, esta vez la ocasión no lo merece. Digo ex amiga porque nuestros caminos, igual que se unieron por azar, también se separaron de casualidad, nadie lo propuso pero pasó. A veces ocurre que ciertas personas ocupan un periodo relativamente corto de tu vida por lo que pasan a ser los extras de tu película y, aunque nunca ganen el Oscar de protagonistas, los recordarás con simpatía. Ella es muy diferente a mí, compartimos poco. Quizás eso aceleró el distanciamiento, sin embargo, siempre he valorado una cualidad que hay en ella, quizás porque nunca la tendré. Hablo de la previsión. Es una persona constante, perseverante, hace las cosas con tiempo y a tiempo. Yo, por más que quiero, soy incapaz. Reacciono en el último instante, cuando la presión ya se anuda en mi cuello como una bufanda de cashmere.
Supongo que la personalidad es un punto a destacar y yo disfruto cuando las cosas traspasan esa línea divisoria de lo corriente. Me gustan las cosas en su extremo, al límite y con intensidad…en otras palabras, vivir al máximo. Me gusta asumir riesgos y trabajar con presión. El ingenio se me dispara de pura excitación. No sé porqué pero me ocurre así.

Ella, sin embargo, necesita tiempo; improvisar es su peor enemigo. También hay que tener morro para improvisar, hacer creer que lo que dices es el resultado de un proceso largo y laborioso. Y un cuerno! Está demostrado que inventar con cierta lógica resulta como las falsificaciones de marca de Plaza Cataluña: dependiendo quien lo lleve, dan el pego.
Ella adora otras cosas. Disfruta de una relación estable, un trabajo mediocremente remunerado pero seguro, una vida tranquila, con horarios marcados y sin sobresaltos, qué asco (sin ánimo de ofender)!

Si la tuviera que comparar con un animal sería una especie de caracol-hormiga. Lenta, pero trabajadora. Cuando íbamos juntas a clase siempre tenía hechos los trabajos dos días antes de la fecha de entrega…yo una hora antes aún estaba tecleando las conclusiones, qué le vamos a hacer!

Hablé con ella un par de minutos, me contaba que estaba preparando el trabajo final de carrera. Faltaban casi tres meses para que lo entregara pero ella ya lo tenía prácticamente acabado, sólo le faltaban algunos retoques. Comprobé que seguía siendo la misma de siempre: metódica e incapaz de dejar nada en manos del azar. Yo sin embargo, venero al destino y las sorpresas que se guarda en la manga aunque a veces es un poco cabrón y juega contra mí. Esa misma tarde, por ejemplo.
A las seis tenía un examen y al acabar habíamos quedado con Cris y Emma para terminar el trabajo final de Dirección de Arte. Planeamos la tarde y parte de la noche. Contamos que a la 1 ya habríamos acabado. Nos fuimos a cenar cerca de la universidad de Económicas porque allí, en época de exámenes, la biblioteca está abierta hasta las seis de la madrugada, una locura sí…

Después de cenar y, con una buena dosis de cebada inyectada en vena, nos fuimos bien contentas a trabajar. Empezamos animadas pero la cosa parecía no acabar: retoques, cambios, pruebas…era un trabajo de chinos y yo soy demasiado occidental, una negada para esto vaya! La 1, las 2, las 3 y todavía quedaba mucho por hacer. Al final acabamos el grueso del trabajo...ya eran las 5:30 y llegué a las 6 a casa. A las 10:30 del día siguiente quedamos para acabarlo, imprimir y encuadernar. La entrega era a las 18 de la tarde y a las 17:30 aún estábamos encuadernando en la otra punta de la ciudad.

Llegamos a tiempo, el trabajo gustó mucho: “muy fino” - dijo el profesor. En ese instante me quité un peso de encima pero no me pude quitar el sueño que tenía y que pesaba toneladas…Entonces me acordé de esta ex amiga. Yo tenía sueño, sí, pero me quedaba con el recuerdo de una noche entre amigas a cual más puteada, una noche amenizada con las miradas de esos que fingían estudiar y no paraban de mirar, una noche de galletas príncipe de Lu (gracias Maxim! ) que nos comimos sin remordimiento de pura concentración y un despertar de perros, corriendo por Vía Layetana para encuadernar, haciendo rallies por Balmes para llegar a la salida siete de las rondas. Y al fin, entregar!
Probablemente, ella habría llegado una hora antes, con su trabajo y la constancia colgados del brazo pero sin ninguna historia qué explicar. Aún así, admiro a las personas como ella o la perseverancia en sí misma.

Hoy, al verla, mientras me explicaba su trabajo, ha sido inevitable pensar que aunque ha pasado el tiempo, ninguna ha cambiado ciertas cosas. Ella sigue con su vida al ritmo caracol-hormiga y yo con el mío, a lo correcaminos. No nos diferencia el objetivo, ambas lo alcanzamos pero sí el medio para llegar a él. Quizás somos iguales pero tomamos vías diferentes. No obstante, me gusta observar su forma de caminar el camino. Espero que ella al menos se horrorice de mis prisas y mi caminar a todo gas.

MIRAME-LINDO

Se hace de noche, el frío sale a la calle y nosotras dispuestas a combatirlo, nos enfundamos abrigo y guantes! De camino, calefacción al máximo con Pau Donés sonando a "Déjame vivir". Enseguida llegamos al Borne.

Siempre me ha gustado pasear por los callejones de este “minipueblo” dentro de la gran ciudad, incluso esos días fríos que te hielan los sorbos del mojito que aún no te has tomado.

Damos una vuelta en busca de algún sitio que seduzca nuestros sentidos. O por lo menos, se disfrace de esa bohemia tan característica del barrio. Es inútil, los bares y los hombres, nunca se presentan en el momento oportuno. Seguimos callejeando y al cruzarnos con un taxi me doy cuenta de que eso de alzar la mano y tener en a penas segundos lo que quieres, sólo resulta con los taxis. Optamos por el lugar de siempre, entramos en Miramelindo.

Al entrar es como llegar a casa, suele ocurrir con esos lugares que frecuentas a menudo y que al final adquieren un aire familiar que te hace sentir como en el anuncio de Ikea, “en la república independiente de tu casa”. Hay mesas con sillones pero como somos dos (Elena y yo) preferimos el ajetreo de la barra. Una Voll-Damm, por favor!

Ciertamente el ambiente del local hace honor a su nombre. Unos cuantos lindos nos miran pero de momento vamos a disfrutar de nuestra compañía alternando alcohol y conversación. Más tarde, observamos de nuevo el entorno y sin darnos tiempo a reaccionar tres se personan. Menuda mezcla: un griego, un holandés y un colombiano. Se podría decir que forman una ensalada humana. De esas que lleva mil ingredientes y aún así, y sin saber porqué, encajan en tu paladar. Sus profesiones no son menos distintas entre sí: Historiador, programador de máquinas de casino y escultor. La conversación está servida!

En algún momento de la charla me ausento unos segundos y pienso que ninguno de los tres me gusta pero me interesa lo que dicen. Casualmente me ocurre lo opuesto cuando voy a una discoteca. Suele gustarme la persona pero me acaban aburriendo sus chillidos. Y es que cada lugar tiene sus códigos de conversación y la discoteca da para jugar al “Mirame y no me hables”. Será por eso que prefiero empezar con un “Mirame-lindo” que da pie a algo más que acabar sin voz y con los tímpanos bombardeados.