jueves, 3 de septiembre de 2009

VERBOS ACABADOS EN –AR

Hoy dejo de fumar. Suena a objetivo de nuevo año sin embargo, no lo es. Me he dado cuenta que no lo necesito. No es imprescindible en mi vida. De hecho pocas cosas lo son. Dejar de fumar es como dejar de querer. Para hacerlo hay que ponerle ganas, o en su defecto, desgana. Si algo puedo decir con rotundidad es que no me autoengaño. Algunos cuando lo dicen por azar como el que suelta un “te quiero” como consecuencia del hábito, luego recae, es normal. Aunque no me caracteriza la fuerza de voluntad ni tampoco la disciplina sí destaca mi orgullo y seguridad por eso, estos dos verbos acabados en –ar (fumar y amar) no me van a quemar. Fallar sería chamuscar mi ser más redentor. Y es que el amor deja de ser interesante cuando se convierte en rutina, en necesidad. Lo mismo sucede con los pitillos, pierden su encanto porque ya no los deseas sólo los necesitas. Lo que empezó una noche tonta entre cervezas y coqueteos acaba siendo una atadura, un lastre a mi entender. Después de comer, en alguna terraza con los amigos, leyendo la prensa de buena mañana, de noche y de fiesta, después de querer. Se convierte en una mecánica parecida al lavarse los dientes y al final acabas por fumar mientras te aburres. Fumar y querer, ambos se compran y se venden. Son bocanadas de placer, que se encienden y se apagan pero cuando sólo queda humo, las cenizas ya se anuncian. O cuando los besos saben a cenicero lo mejor es darlo por finiquitado. Pero el poder de la ausencia de nicotina es toda una prueba de intenciones y además se asemeja con la angustia que provoca perderse en las redes del amor. Es recomendable conocer en que consisten las dos “-ar”. Sí si, amar y porque no, fumar. Pero lo esencial es saber salir, ponerle fin cuando empieza a condicionar.
De voluntad se nutre la capacidad de dejar pero, si no la hay, es aconsejable ponerse parches de libertad. Yo no los voy a necesitar, tampoco manuales de inseguridad porque me he dado cuenta que no soy adicta a la necesidad, podré prescindir de lo imprescindible. Como Marlboro y Camel, que nunca fueron de la misma compañía. Amor y necesidad, no son una buena fusión porque todo acaba sabiendo a filtro quemado. Mi propósito por tanto, es que dejo de fumar pero nunca, dejaré de amar.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

ENTRANTES

Los entrantes, ya lo dice la palabra, abren boca. Calman pero no sacian, seducen al imaginario por lo que vendrá, sugieren y también engañan porque al final, queremos más. Ocurre lo mismo con el disco de Fito y Fitipaldis previsto para el próximo 15 septiembre. Mientras tanto nos contentamos con un platito de “antes de que cuente diez”, su nuevo single. Y como todo lo bueno, se cocina ya a fuego lento el postre, su concierto en la ciudad condal. Será el día 12 de diciembre. Así que ya saben, si el hambre aprieta, cuenten hasta diez. Bon profit!