jueves, 2 de julio de 2009

ELLOS/AS

Claro que los hombres siempre piden, pero era ella la que decía sí o no. La última palabra sería siempre suya. Los hombres nunca dicen que no los toques: siempre están a punto. No comprenden la maravillosa sensación que se experimenta al decir que no. Es tan embriagador ver cómo te imploran, cómo te juran que te abrazarán y basta, y que no te tocarán nada. Y luego ver que, cuando has permitido que te abracen, son incapaces de recordar la promesa y te tocan: ¡porque no pueden evitarlo! Son animales incapaces de controlarse. Y el paso siguiente: te dicen que te tocarán y basta. Y cuando dejas que te toquen, enseguida ves que intentan abrirte las piernas. Todos los juramentos son falsos. Y no lo saben reconocer. Ella mientras no estuviese enamorada y supiese con certeza que su amor era correspondido al ciento por ciento, no se entregaría. Los hombres, en cambio, se entregan sin estar enamorados en absoluto. ¡Como si el amor no fuese más que una de tantas cosas de la vida! Se creen que enamorarse es una emoción arriesgada, peligrosa; por eso huyen. ¡Cobardes!
Fragmento extraído de "La magnitud de la tragedia" de Quim Monzó

1 comentario:

  1. Pero es un momento de la vida. Una fracción. El amor es una situación temporal. Muy cargada, pero temporal.

    ResponderEliminar