sábado, 17 de octubre de 2009

¿FALSA HONESTIDAD?

De vez en cuando me pierdo, no me encuentro pero son muchas más las veces que pierdo cosas. Paraguas, jerseys, gafas de sol, ipods…son mi pan de cada día. La última, hará menos de una semana cuando entraba a La Caixa con mil cosas en la cabeza y me dejé mi netbook nuevo. No lo eché de menos hasta al cabo de unas horas y, fue entonces cuando la culpabilidad me caló el cuerpo entero. Luego vino la negatividad…sonaba imposible pensar que el afortunado que lo encontrara no se pusiera un antifaz de nueva propiedad. Volví al lugar del crimen pero, como era de esperar, ya no estaba. Me castigué toda la tarde porque no era la primera vez y sabía que tampoco sería la última. Pero como dice mi madre, “la suerte conmigo no hace vacaciones”. Al llegar a casa busqué en la página de Sony acerca de las garantías por robo voluntario y consentido pero nada…Abrí mi Hotmail y allí estaba, un mail con asunto “portátil perdido”. No daba crédito mi desconsuelo ni yo, tampoco. De un plumazo, la poca esperanza que tenía dio a luz. Al día siguiente llamé al teléfono que ponía en el mail, ansiosa por conocer la voz de la bondad. Me contó su historia. Era la niñera de una familia del Putxet y por el timbre de su voz supe que no era española. Acordamos el día para quedar y recoger el portátil. Y así fue, llegué con el cuerpo cargado de alegría y fe. En las manos, un ramo de flores y un detalle para Ana, que así se llamaba.

No sé cuantas veces llegué a darle las gracias y me retuve de estrujarla hasta dejarla hecha un zumo. A medida que íbamos hablando entendía menos, me contó su situación en Barcelona. Nada agradable, por cierto. Trabajaba sin parar, incluidos sábados y domingos. Y aún así no le alcanzaba. A su marido lo habían despedido del trabajo y su hermana estaba en Bolivia a la espera del dinero que ella les mandaba para curarse el cáncer que la estaba matando. Ana se sabía su discurso y a mí, me logró ablandar hasta ese punto que la historia se giró. Me lanzó entonces una aspirina que aplacase la culpa que se pintaba en mi cara. Se le ocurrió supuestamente de improviso que la podía ayudar, dándole a lo mejor, un tercio del precio de mi portátil. Y con arnés y un poco de desilusión mi optimismo saltó a hacer puenting hasta llegar a lo más bajo dónde finalmente se estrelló sangrando desilusión. Al principio no entendía ese gesto de humanidad solapado a una historia infectada de pobreza y enfermedad. Después entendí menos, así que me tranquilicé porque nada podía ser más desconcertante de lo que estaba siendo. Y saberse abajo implica que uno sólo puede volver a subir. Mis sospechas dejaron entonces de ser pura ciencia ficción, sin embargo, dudaba. ¿Chantaje o desesperación? Apunté su número de cuenta porque pensé que si era teatro, pagaría la entrada por su buena interpretación y si era cierto, el dinero se emplearía para algo mejor que mis gastos y caprichos.

A día de hoy, no he recibido noticias suyas. ¿Sería una prueba de mi voluntad o falsa honestidad?

1 comentario:

  1. R_leon

    Muchas veces la desesperación comparte puerta con la “Srta. Oportunidad”, así, q no olvides, que, devolviéndote el portátil hizo lo moralmente correcto.
    Aun que la pregunta es, q habrías hecho tú en su lugar???

    muuaaGggrrrrr

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