jueves, 7 de mayo de 2009

EL CANTANTE

Anoche puse mi corazón en venta. Dejé colgados los colores azulgrana, chuté mi afición por una noche. No estaba yo en el estadio azteca para ver a los jugadores mientras se dejaban la piel en otro campo. Me arde – pensé

Me fui a ver al especialista en almas, ese que es mecánico de karmas. Un coctel de alegría, tan saludable como mi gin tonic.

Le pone siempre un velo de poesía a las realidades, dibuja de fantasía este mundo arañado. Nunca fue como los demás y ya sabe él que eso nunca está de más.

Le inspira sus letras una flaca, se rodea de bombones que licor no llevan pero sí, veneno en la piel. Aunque el chocolate, más que masticarlo se lo fuma él. A los bombones se los merienda con esa sonrisa de truhán. Se conforma con media Verónica, disimula indiferencia y así, la gloria se le duplica.

Se siente en la pista suelto como el salmón. Juguetón y cómodo, en su salsa entre aplausos y ovación. No se quita sus rayban y le cuesta algún que otro tropezón. Es lo que tiene ser estrella del rock. No parece un loco aunque lleve la melena alocada. Su look es simplemente auténtico, con un Osborne estampado en la guitarra, un mensaje sobre Elvis en la camiseta, parece el cabecilla de una banda de rebeldes que se encargan de llevar a cabo los “crímenes perfectos”.

Entusiasta, bromista y argentino sin duda, ha nacido para ser cantor. Mi enfermedad de por vida, el cantar – diría.

Y es que cuando todo se pone del revés, la receta es escuchar a Andrés. Porque aunque él nunca te diga - te quiero igual - a cambio de tu amor te regalará una montaña de dolor. El consuelo de cualquier galán o milonga del trovador.

Hace calor – dicen en el Auditori – pero estoy segura que es esa mezcla de una voz rasgada, letras insolentes, instrumentos al compás, las ganas de Andrés y todo lo demás lo que nos abriga aquí dentro.

Ayer cuando te conocí de nuevo, Andrés – pensé - me estás atrapando otra vez.

Buena suerte y hasta luego, argentino y Calamaro.


2 comentarios:

  1. Me ha encantado el texto, Sara. Mucho. Pero muy mucho.

    Llevabas tiempo esperando que llegara este día, ya casi no hablabas de otra cosa; y celebro que haya superado tus expectativas con creces. Se nota que disfrutaste y te dejaste la piel, al igual que tu señor Andrés.

    Yo, por mi lado, en lugar de agradecer a tu conocido sr.Andrés –Calamaro, lo haré a otro Andrés –Iniesta- por regalarnos la indescriptible sensación de pasar en cuestión de milésimas de segundo del sufrimiento acumulado durante 93 minutos a la euforia y placer más absolutos. Sí, has leído bien, minuto 93 –tiempo de descuento. Una marea azulgrana se echó a las calles de nuestra ciudad dejando un sello de orgullo difícil de describir.

    Espero, pues, que el domingo no dudes ni un segundo y te unas a esta gran marea para dejar tu particular sello de orgullo por estas calles. ¿Qué…te apuntas?

    Un besazo, te llamo mañana.

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  2. De Andrés a Andrés...a este con otros ojos le ves!

    "A"

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