El silencio a veces suena más fuerte que la sirena de una ambulancia que de igual forma, siempre ignoramos.
Es conversar con las miradas, en las que no cabe ni una sola palabra, sólo gestos que hablan lo que dice tu alma.
Es un grito que corre por tu mejilla en forma de lágrima y dice mil cosas traducidas en idioma sollozo.
Es un buen compañero que acallamos por miedo.
Es confianza contigo, comodidad, complicidad con uno mismo.
Es diálogo interior, es autoentrevistarse.
No calla ni debajo del agua.
Es confusión, acumulación de voces, miedo a equivocarse.
Es sordera espacial.
Es búsqueda de equilibrio.
Es un mano a mano con tu mismidad.
Es dialogar con tu propia fragilidad.
Es olvido o indiferencia cuando se hace elástico en el tiempo.
Siempre habla en voz alta. Escucharlo demuestra valor.
Es a veces producto de sentirse vacío o lleno de hobillos de pensamientos.
Es desenterrar la verdad que hay en nosotros.
Es inmensidad.
Es la chispa de ese fuego que aún no se ha extinguido.
El silencio siempre habla. Escúchenlo!