domingo, 22 de febrero de 2009

DEFINÍA POESÍA

Nunca antes me había acercado tanto a la línea divisoria que separa la narración de la poesía.

Siempre me recordaba ésta última a los pasteles cargados de ingredientes que resultan empalagosos incluso antes de hincarles el diente. Esos que descansan en vitrinas de repostería fina. Así definía yo poesía.

Encontraba en ella el resultado de lo demasiado. Sentimientos apelotonados, mundos ajenos que hablaban de olvido con toques de traición, pizcas de amor y kilos de dolor. Todo ello, decorado como los trajes que vestían “Las Meninas” con la pompa propia del ayer.

Cruzo el umbral por empacho diagnosticado. Por necesidad de expulsar la masa sentimental de lo que quiero decir y lo que quiero guardar…no me queda elección pero es en todo caso, la solución.

La solución al desvarío, al deseo de vacío…descargar lo que le sobra a mi sombra. Lo que me persigue y no consigo sortear. La suerte presiente el lugar para huir, huir de sufrir. No oigo y por eso, escribo poesía, porque rima con tila y alivia mi vida.

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