¿Nunca has viajado gratis?
Seguro que ya estás imaginando tu trasero encajado en los asientos de las compañías low cost rumbo a “caballo regalado”. Podría ser, pero no es el caso porque ni existe tal destino ni se trata de ese tipo de viaje. Son aquellos que haces sin quererlo, peor incluso que los de empresa: patadas free cost, los llamo yo.
Es el viaje de tu vida, andas pero no avanzas ni un kilómetro. Tampoco gastas, está todo incluido. Sin maleta, vas como veleta, pululando de norte a sur, de este a oeste. Sin dirección ni orientación.
Patadas te da la vida (con nombres y apellido), destino a ninguna parte. Visitas el desconcierto, te relajas en un mar de dudas, fotografías tu tristeza, te bronceas con tu furia y por mucho que te untas de protección, no hay quien te impida sentir dolor. Quieres regresar y aunque en tus manos está volver, te das cuenta que no hay puente aéreo. No hay atajo, cada uno va a su paso.
Unos retroceden más que avanzan, otros con la mochila cargada de coraje lo alcanzan. El optimista por el camino hace de alquimista, aprovecha su ocasión como nuevo oportunista. El pesimista se coloca el antifaz de color desilusión y le sigue la melancolía en su huída de la herida.
Sea como sea, llegas vivo de este viaje pero sin duda, la próxima vez que huelas a free cost, que salten tus alarmas. Yo saldré pitando mientras recuerdo eso que siempre oigo decir a las abuelas: “lo barato acaba saliendo caro”.
Avisado del free cost estás, si no quieres imprevistos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario