domingo, 15 de febrero de 2009

LLUVIA DE DOMINGO

Cae la primera gota en el parabrisas. Esa gota que a veces sienta tan mal. Siempre condiciona el momento del día en el que te encuentras, también donde estás o incluso, con quién. Esta vez, ya es de noche y me dispongo a regresar a casa así que posiblemente en el trayecto de vuelta veré como cae la última gota. Me gusta sentir la lluvia: oírla, mirarla y de vez en cuando, tocarla.

De camino me acompaña Amaral y curiosamente suena “tarde de domingo rara”. Mi tarde dudo que lo haya sido pero seguro que ha sido de domingo. Sigue lloviendo, cada vez los limpiaparabrisas bailan más deprisa, al ritmo de la música o del temporal, nadie me lo dice.

Todo está en silencio a mi alrededor. Estoy a solas con el cielo que llora mientras yo lo observo. Quisiera consolar su llanto pero no da tregua, cada vez suena más intenso. Entonces miro el espejo retrovisor y veo que la intensidad de la lluvia está en mis ojos. A fuera no caen lágrimas. No es el cielo el que llora. Qué engaño, creerme observadora y ser en realidad, la observada. Seguimos a solas y el gigante que llevo dentro, con paraguas y las prisas propias de un día gris, se aleja sin mirar atrás. Sale a flote la fragilidad, entre lágrima y sollozo. No me avergüenza y tampoco pretendo justificarlo porque a solas, nos entendemos mejor.

Nadie pregunta porque llueve. Simplemente llueve. Sin embargo, todos debemos dar un porqué cuando lloramos. Y a veces, no lo hay. El cielo cargado de nubes plomizas es el único que lo sabe bien. Ese que me consuela cuando dice que sin lluvia, no hay sol ni alegría sin dolor.

Hoy es tarde de domingo y aunque llueve, pronto asomará el primer rayo de alegría.

1 comentario:

  1. Sara, eres realmente buena!!!!!
    Consigues distraerme antse de irme a dormir, un miercoles noche(ya es jueves) despues de ver como mis dos equiopos se enfretan en champions, i palma el madrid,,,xo aun queda la vuelta....

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